RASGOS para marimba. Javier Costa Císcar

Conferencia realizada para los alumnos de la clase de percusión del Conservatorio profesional Maestro Vert de Carcaixent

Obra escrita para marimba en 1992. Constituye una de mis primeras obras, donde buscaba un lenguaje en el que me encontrara cómodo y me pudiera expresar de manera personal.

Había escrito con anterioridad una obra para barítono solista, coro mixto y orquesta sinfónica basada en un solo acorde de 7 notas diferentes, Cants d’amor i de mort sobre textos de Ausiàs March, obra de 30 minutos de duración. Es el momento en el que estaba experimentando con obras que tuvieran esta característica: solo una sonoridad debería sostener el discurso musical.

Trabajar con un solo elemento, un acorde, podría parecer inicialmente como una limitación excesiva. Todo lo contrario: partir de una limitación aparentemente tan grande como es utilizar tan solo unos pocos sonidos, supone siempre para el compositor un aliciente, una motivación en su tarea de composición. Supone también obtener un orden, obtener la siempre necesaria coherencia y el rigor que toda obra musical debe cumplir.

Además, puede parecer que un solo acorde ofrecerá inicialmente pocos recursos y que la obra se quedará pobre de resultados y sin contraste. Si esto se produjera sólo seria atribuible a la falta de recursos creativos y carencia de habilidad del compositor.

El primer ejemplo en la historia de la música de utilización de un solo acorde para formar el discurso musical, lo encontramos en un compositor muy importante y significativo para la historia de la creación musical. Se trata de A. Schönberg, creador de la Segunda Escuela de Viena (junto con sus alumnos A. Berg y A. Webern), que pusieron en práctica el atonalismo (es decir música sin atracción a una tónica en donde todas las notas de la escala cromática adquieren la misma importancia) y posteriormente la sistematización de este atonalismo en lo que se denominó dodecafonismo serial: las 12 notas de la escala cromática se organizan en un orden determinado que supone también un orden y elección de intervalos.

Schönberg escribe en 1922 una obra para orquesta: Cinco piezas para orquesta Op. 16. La tercera de estas piezas Farben (Colores) está fundada tan solo en un acorde de 5 sonidos. Schönberg escribe este acorde en varias combinaciones instrumentales, de manera que la música solo se mueve por el cambio de sonoridades, de colores orquestales asignados. El resultado es una música aparentemente estancada, que no posee movimiento en el sentido tradicional en el que estamos acostumbrados por nuestra tradición musical. El discurso sonoro en la tonalidad, fundamentado por las atracciones y relaciones con la tónica, aquí está sustituido por un movimiento podríamos decir no de las notas hacia un centro, sino por el movimiento que aporta el cambio de colores instrumentales asignados al acorde que van modificándose a lo largo de la pieza.

Después de esta referencia volvemos a Rasgos. El acorde en que está basa la obra es el siguiente:

                                                               Acorde generatriz

Se trata de un acorde de 7 sonidos diferentes. Puede aparecer de manera completa (si se utilizan todas sus notas) o incompleta (si se utilizan alguno de los dos subacordes que lo componen):

Subacorde a        Subacorde b

Por separado estos dos subacordes suenan muy cercanos a la tonalidad: el primero de ellos puede considerarse como un acorde de DO#M con dos apoyaturas el RE# y el FA# (o incluso un acorde pentatónico); y el segundo  supone la primera inversión del acorde de FAM; pero cuando suenan simultáneamente en el acorde generatriz forman una nueva sonoridad más disonante. Diríamos que existe una gradación desde la consonancia total representada por el subacorde b hasta la disonancia más fuerte escogida y representada por el acorde generatriz, pasando por una sonoridad intermedia representada por el subacorde a. Lo que me parecía interesante era jugar con esta gradación de sonoridades y de elecciones entre sonoridades más o menos consonantes.

Al mismo tiempo dispuestos los sonidos del acorde generatriz como modo o escala podríamos escuchar un modo mixto de DO#: los 4 primeros sonidos de DO# M y los 4 últimos de do#m armónica. Aunque nunca aparecerán los sonidos del acorde como modo en la obra. No obstante, supone una peculiaridad del acorde:

También se observa que la reunión de todos los sonidos del acorde pueden formar  casi un cluster cromático:

En la obra el acorde aparece de diversas formas:

a) Cambiando la octava de alguno de sus sonidos. Elaboración por cambio de registro.

b) Incidiendo sobre la densidad armónica (cantidad de notas diferentes del acorde): escogiendo alguno de los subacordes, escogiendo solo unas pocas notas del acorde generatriz o utilizando el acorde completo.

c) Generalizando la transposición de cada una de las presentaciones del acorde indicada en a) y b).

La obra se articula en tres movimientos (Deciso, Lontano, Agitato)como tres impresiones, precisa el subtítulo, donde el acorde está tratado de forma diferente en cada uno de ellos. Intenté obtener una serie de gestos instrumentales, asociados cada uno los  movimientos. Gestos que quieren definir y dibujar peculiaridades y posibilidades de la marimba particulares para cada movimiento, de manera que la música está relacionada, nace, podríamos decir, de cada gesto instrumental. De esta peculiaridad nace el título de la obra: Rasgos.

La obra está dedicada al percusionista Miquel Bernat, aunque finalmente la estrenó Lluis Marzal Raga. Con motivo del XXV aniversario del Conservatorio profesional Maestro Vert de Carcaixent, el percusionista Joan Pons Carrascosa la interpretó entre sus actos conmemorativos. Está editada por la editorial Piles.

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